Hemos hablado con Montse Faura y Salvador, directora artística y ejecutiva del Festival de Torroella de Montgrí. Miembro del programa EEEmerging +, proyecto de cooperación europea a gran escala que promueve la aparición de nuevos talentos de la música antigua liderado por el Festival y Centro Cultural de Rencontre de Ambronay (Francia). Miembro directivo de Festclasica -Asociación Española de Festivales de Música clásica-. Asesora en el desarrollo del Programa de Internacionalización de Acción Cultural Española (AC / E).
“Mi pasión es aprender sobre el significado de la vida y hacer que otras personas encuentren y desarrollen sus condiciones artísticas y creativas, y vivan de acuerdo con ellas. Desde mi perspectiva, creo que nuestro compromiso como seres humanos es aumentar nuestra conciencia, desarrollar nuestros talentos y ponerlos al servicio de otros con el fin de dejar una pequeña huella significativa en este mundo tan atascado. El arte en general, y más concretamente la música, da valores a la educación y a la vida que, difícilmente, podríamos encontrar en ninguna otra actividad. En sí mismo, es una herramienta sorprendente y eficaz para afrontar uno de los mayores retos de nuestra sociedad: alcanzar competencias intelectuales, emocionales y sociales. Si se ha tener en cuenta la brevedad y escoger los hechos: me gusta viajar, navegar a vela, el diseño, la arquitectura y la fotografía. El año 2012 me lo tomé como año sabático y me dediqué a viajar por el mundo; en consecuencia, viví en diferentes países para poder observar y aprender nuevas perspectivas antropológicas, basadas en diferentes prácticas sociales, educativas y culturales“.
– Hace 39 años surgió la idea de crear el reconocido Festival de Torroella de Montgrí. ¿Cuál fue el objetivo principal?El objetivo inicial era muy sencillo. Se trataba de hacer unos pocos conciertos en la pequeña iglesia gótica de Sant Genís, principalmente para los socios, pero contando también que podrían ser interesantes para parte del turismo que en verano nos visita. El primer año se programaron sólo cinco conciertos, con dúos y tríos, y con la Orquesta de Cámara Franz Lizt de Budapest, formada por 14 músicos. El éxito fue tal que el año siguiente se repitió la experiencia; cambiando, sin embargo, el nombre de “Ciclo de Conciertos” por el de “Festival” y ampliando el número de actuaciones y la calidad de los participantes.
El Festival se ha convertido, desde entonces, en una propuesta irrenunciable, tanto por parte de la audiencia, que se lo ha hecho suyo, como por parte de los intérpretes y creadores. A estas alturas, nadie se imagina un verano sin la realidad musical del Festival de Torroella, con sus actividades, características y objetivos. Si a las personas que participaron en su creación, allá en los años 80, les hubieran dicho que se conseguirían, de manera tan holgada, la mitad de los objetivos fundacionales, muy probablemente lo hubieran firmado con los ojos cerrados; pero difícilmente se hubieran atrevido soñar mucho más.
– ¿Cómo se hace la selección de músicos, obras, orquestas que estarán presentes en el festival? Observando de cerca tus referentes; escuchando el “todo y más”; viajando por explorar y descubrir nuevas realidades sonoras; estableciendo complicidades con los artistas, programadores y otros festivales; conociendo tan profundamente como sea posible “como se mueve” y “que conmueve” tu público, y también lo que probablemente lo hará mañana; aunque teniendo siempre presente de qué recursos dispones para hacerlo sostenible en el tiempo.
Cada edición transita por el mismo camino artístico de las ediciones anteriores y, como es habitual, intenta mantener una programación equilibrada y de calidad; pero también, al mismo tiempo, quiere ser transformadora en su contenido. Una programación que, en conjunto, busca seducir tanto el corazón como la razón y que viene servida por los mejores intérpretes nacionales e internacionales.
Todas las músicas de valor estético tienen cabida aquí si su interpretación en vivo incita a una escucha comprometida y crítica, e invitan a convertir el concierto en una experiencia intensa y única. En cada edición se reúnen diferentes propuestas singulares, insólitas, arriesgadas y apasionantes, con reflexiones que enriquezcan nuestra manera de pensar y de escuchar.
El Festival pretende ofrecer una oferta cultural, artística y vivencial bien establecida en el calendario de verano ampurdanés, para todos los amantes de la buena música, en Torroella de Montgrí. Todo esto, sin embargo, sólo tiene credibilidad cuando ponemos en el centro de todo el ser humano, propiciando un diálogo permanente con el intérprete / artista, con los 450 socios de la entidad y con nuestro público ya consolidado y fiel al festival, y a quien tanto respeto y estima tenemos.
– Desde los inicios, el Festival ha ofrecido paralelamente una serie de actividades pedagógicas dirigidas a los músicos jóvenes del país: Cursos de perfeccionamiento instrumental, conciertos de alumnos, cursos de música de cámara con la Camerata Lysy, el Fringe, la cantera más joven y emergente del Festival. ¿Qué ha supuesto la oportunidad de ofrecer un espacio en aquellas formaciones, músicos y obras que empiezan a aparecer en los escenarios profesionales y sin etiquetas? ¿Estáis contentos? Las finalidades en el tiempo han sido siempre las mismas, con el objetivo principal de impulsar el talento que va emergiendo en el paisaje musical, el de aquí y el de más allá. Creemos que es una de las herramientas más urgentes y necesarias para la vitalidad musical, sin la que todos estos músicos jóvenes tendrían mucha dificultad para acceder a las programaciones habituales y, por otro lado, la misma entidad enriquece la programación y pone al alcance de su público la posibilidad de descubrir los nuevos talentos. Todo ello con la convicción firme que sigue siendo un excelente, y también necesario, espacio para las nuevas generaciones de intérpretes y una satisfacción poder certificar, un año más, como estas avanzan con empuje, sin desfallecer, para poder ofrecer la mejor de sus propuestas, todas de una calidad altísima.
– ¿Como se ha evolucionado desde el primer Festival de Torroella de Montgrí, en 1981, hasta la actualidad? Pienso que ha evolucionado en la actualización del tiempo y espacio pero no mucho en su línea vertebradora tan característica. Se ha respetado la idea inicial de sus fundadores como es ofrecer “música culta” de gran calidad en un escenario de acceso para todos, demostrando que si bien esta música se puede considerar minoritaria en nuestro país, de ninguna manera puede ser calificada como música elitista. La oferta actual es la de siempre pero actualizada, puesta al día, de tal manera que público, intérpretes y grupos musicales emergentes encuentran aquí interesantes atractivos, de acuerdo con las exigencias de bien entrado el siglo XXI.
En esta edición, por ejemplo, y desde la responsabilidad que sentimos para hacer llegar la música a todos, sobre todo a los espectadores más jóvenes, hemos creado la Butaca Joven, para los menores de 30 años, que han podido acceder a todos los conciertos del Festival de Torroella de Montgrí. Media hora antes de cada concierto pueden disponer de las butacas que han quedado libres a un precio muy simbólico. De esta manera pretendemos fomentar el acceso de un público joven en el Festival, de propiciar un auténtico relevo generacional. También, un nuevo espacio vivencial de acompañamiento para la mentoría musical del primer #bautizomusical destinado a todos aquellos que no han tenido la oportunidad de escuchar y amar la música clásica. Y no dejamos atrás el firme compromiso que venimos generando, desde hace algunas ediciones, con el programa Apropa Cultura, ofreciendo conciertos, actividades y ensayos abiertos a entidades sociales que trabajan con personas con discapacidad o en riesgo de exclusión social, tanto en ámbitos preventivos como de intervención directa.
– ¿Cómo ha ido esta 39ª edición del Festival? ¿Alguna idea especial para la 40 edición, aprovechando que es una fecha señalada? El público del Festival de Torroella es un público melómano y muy inquieto, que estima el repertorio y tiene el estímulo de descubrir músicas nunca escuchadas o interpretadas en nuevas versiones. Por este motivo, la serie Singulares Torroella, estrenada la pasada edición, ha tenido éxito desde el primer momento. Destaco como muy relevante el estreno en Cataluña de ‘La ruta de la esclavitud’ con Jordi Savall; la primera residencia de un grupo EEEmerging, La Vaghezza, en el marco del Festival; la recuperación un año más de patrimonio musical con la interpretación en tiempos modernos de tres piezas del compositor de finales del barroco, nacido en Olot, Antoni Soler; la incorporación de la danza de María Muñoz con su compañía Mal Pelo como otra forma de manifestación artística dentro de la música clásica, y que habrá que tener presente en las futuras programaciones; la presentación de los dúos para violín y guitarra de Paganini; la vuelta al Festival de la violinista Amandine Beyer y su grupo Gli Incógnita; sin dejar atrás el circo imaginario de Picasso con la compañía de La Maquiné para el público más familiar y el estreno en España de la película-concierto de Clara Pons Lebenslicht, con música de Bach interpretada por Collegium Vocale Gent bajo la dirección de Philippe Herreweghe. Desde aquí, se seguirá apostando por la recuperación de patrimonio musical y se intensificarán en próximas ediciones las colaboraciones nacionales e internaciones con otros festivales para coproducir conciertos.
Sobre la 40ª edición, hay que decir que el Festival de Torroella de Montgrí ya ha empezado a trabajar. Queremos que la programación sea un reflejo de lo que han sido estas cuatro décadas y del que aspira a ser en el futuro. Adelanto que el 40 Festival de Torroella de Montgrí recordará el concierto inaugural de la primera edición, celebrado en la iglesia de Sant Genís el 23 de julio de 1981, y hará una programación especial dedicada a Beethoven coincidiendo con el 250 aniversario del nacimiento del compositor. Para mí, como directora, programar la edición del 40 aniversario es un todo un reto porque supone la consolidación de cuatro décadas de trabajo, llenos de esfuerzos, como en una carrera de obstáculos que continuamente debemos superar; pero llenos también de música, de intérpretes y de satisfacciones por el trabajo realizado; y de todo ello, en estos momentos, como directora, me siento custodia y me genera una gran satisfacción y una enorme responsabilidad.
– ¿Cómo valoras la colaboración de la Fundación Banco Sabadell en el Festival de Torroella de Montgrí? Muy positivamente. Se ha creado un diálogo constante que se ha convertido en imprescindible para el Festival. Estamos hablando ya de una singladura de seis ediciones de navegación conjunta con el arte del talento del Fringe; así como, la colaboración en producciones propias con la Orquesta Sinfónica del Vallés y recientemente también, con las residencias de música antigua Eeemerging +. Una singladura que nació desde unos objetivos compartidos y que se ha convertido, necesaria, sorprendentemente y transformadora, tanto para el festival de Torroella de Montgrí como por la Fundación que nos acompaña en esta apuesta firme y consolidada.
Sabemos las aguas que navegamos, conocemos perfectamente la tripulación con quien compartimos valores, objetivos y belleza, y el puerto donde queremos llegar. Cuando sucede esta realidad, en tiempos de trasiegos tan agresivos en el mundo de la empresa y de la economía neoliberal como es la actual, es un hecho increíble, maravilloso y sólo podemos sentir profundo agradecimiento.