Entrevista con el director del Festival de Cine Europeo de Sevilla, que ha celebrado su XVI edición desde el viernes 8 de noviembre. José Luis Cienfuegos (Avilés, 1964), llegó en 2012 a la dirección del festival con la misión de unir el nombre de la ciudad al cine. Siete años después, la ciudad hispalense se ha convertido en una cita ineludible donde lo más granado del cine europeo actual se mezcla con un cine español más desconocido por el gran público.
¿Cómo conseguiste, en 2012, empezar a llevar la dirección de un Festival como este? ¿Qué sientes al respecto?
Ya mientras estudiaba en la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo comencé a programar ciclos y actividades formativas junto con otros cuatro compañeros con los que pusimos en marcha el Aula de Cine. El calado de lo que organizábamos era cada vez mayor y eso me llevó a colaborar con RNE, entrar en la Obra Cultural de Cajastur (hoy Liberbank) y el departamento de Prensa del Festival de Cine de Gijón. En 1995 me ofrecieron la dirección de este certamen (algo que a día de hoy me parece una misión casi suicida, una pandilla de casi veinteañeros al mando de una muestra de más de 30 años de historia) y acometimos un cambio radical y de cierto descaro en aquel momento, hacia un festival de cine joven, independiente y arriesgado. Por allí pasaron hasta 2011 Aki Kaurismäki, Abbas Kiarostami, Lisandro Alonso, Pedro Costa, Claire Denis, Léos Carax… y la plana mayor del cine independiente americano: Todd Haynes, Todd Solondz, Paul Schrader, Monte Hellman, Larry Clark, etc. En 2012, ya al frente del Festival de Sevilla nos propusimos recuperarlo para la ciudad, potenciar la idea original de su fundador, Manolo Grosso, y convertir Sevilla en el punto de encuentro de nuevos autores y grandes creadores del cine europeo contemporáneo con su público, pero también lugar de encuentro y debate.
Más de 28.000 estudiantes participaron en la última edición del Festival y desde 2012 se ha triplicado el número de centros educativos implicados. ¿Qué relevancia tiene este incremento para ti?
Es más bien la prueba de la implicación del colectivo educativo. Agradezco hasta el infinito su apoyo e implicación, que nos ha ayudado a crecer y a superarnos, exigiendo -como tiene que ser- y apuntando mejoras.
Lo cierto es que se puede programar para jóvenes de muchas maneras. Y en ocasiones es el recurso para aumentar cifras de asistencia de los festivales. En Sevilla siempre hemos tenido claro que a los jóvenes hay que programarles de otra manera, no únicamente como gestión de formación de nuevos públicos. Porque programar películas sin más no me parece aceptable de ninguna de las maneras. De ahí que, para nosotros, las secciones Cinéfilos del Futuro (películas para jóvenes de 13 a 18 años) y Europa Júnior (para menos de 12) tengan el mismo valor que la Oficial o Nuevas Olas. De hecho, algunos títulos pueden participar tanto en la principal sección competitiva como en Júnior o Cinéfilos. En este sentido, no tenemos prejuicios, más bien al contrario. El ejemplo más claro está en el debut en la dirección del maestro de la ilustración Lorenzo Mattotti, que con ‘La famosa invasión de los osos en Sicilia’ se alzó esta última edición con el triunfo en Júnior más una Mención Especial del Jurado de la Sección Oficial.
Iniciativas como la de los Jóvenes Programadores, en colaboración con la asociación A Bao a Quo (en la que enseñamos qué es programar, cómo y por qué se selecciona una película, qué diferencia la programación de Sevilla de otros festivales…), los talleres, la edición de guías didácticas, el contacto directo con la veintena de directores que se presentan en esa sección y la organización de debates y encuentros, conforman un todo que se retroalimenta, vivo y en constante evolución.
El principal objetivo de esta edición del Festival consiste en acercar el cine a los jóvenes a través de historias que conectan con sus problemas, dudas y anhelos. ¿Por qué habéis decidido poner el foco en los jóvenes?
Se suele hablar de que los jóvenes que acuden a nuestras sesiones son “los espectadores del mañana” pero no todo es tan fácil ni inmediato. De hecho, uno de los retos de los festivales y del cine europeo, del cine de autor en general, es que se produzca el relevo generacional, resistir a esa tendencia que es el envejecimiento de la media de edad de los espectadores que acuden a salas de cine independiente, de cine de autor… de cine europeo, en suma.
La programación de Cinéfilos del Futuro (de 13 a 18 años) es provocadora, abierta… a veces me da la impresión de que cuando se programa cine o se promueven actividades culturales para los jóvenes hay demasiados filtros, cada vez somos más políticamente correctos o prudentes y eso implica una evidente pérdida de inmediatez, de frescura.
El cine es una herramienta fundamental para la educación y así lo demuestra la selección de la edición número 16, en la que los jóvenes son espectadores y, a la vez, protagonistas. ¿Qué importancia le das al talento joven, en este caso enfocado al mundo del cine?
Es misión fundamental de los festivales apoyar los nuevos talentos, presentar sus trabajos y en la medida de lo posible cooperar en lo que es la puesta en marcha de sus futuros proyectos. En el contexto de un festival de cine como el de Sevilla, los nuevos realizadores españoles se encuentran con sus homólogos europeos y comparten conocimiento en las sesiones de trabajo que se organizan, plantean vías de colaboración y, por supuesto, algo tan fundamental como es el contacto con los espectadores. Es ahí, en una sala de cine, ante el público, donde son conscientes por primera vez de las dimensiones reales de su película, del alcance, del potencial y, sobre todo, de cómo su obra es entendida.
La Fundación Banco Sabadell tiene como voluntad principal apoyar y fomentar entidades que impulsen el talento joven. ¿Cómo percibes esta colaboración con el Festival de Cine Europeo de Sevilla?
No hay nada mejor para este tipo de colaboraciones que trabajar en un área específica, centrar los esfuerzos en aspectos concretos de un programa. Cuando los objetivos son comunes y las líneas de actuación tan definidas, la suma de fuerzas produce un efecto mucho más potente, un mayor alcance y una imagen de firmeza, de trabajo en equipo muy estimulante.