El pasado septiembre celebramos la clausura de la cuarta edición de las Becas Ralbar, una iniciativa de la Universidad de León (ULE) con nuestra colaboración que se centra en el apoyo a los estudiantes de la Universidad de León para la ejecución de proyectos de dinamización territorial que contribuyen a activar los espacios rurales social, económica o culturalmente.
Este programa permite a los estudiantes liderar proyectos que generan acciones transformadoras y beneficiosas para las comunidades. Más allá del apoyo económico, el programa ofrece una tutela tanto académica como institucional, acompañando a los alumnos en la implementación de estos proyectos durante sus prácticas extracurriculares de verano.
Las Becas Ralbar han permitido poner en marcha 42 proyectos, 12 en su última edición. Un ejemplo es la recuperación de las fuentes de Barrillos de Curueño, liderada por Ana Isabel Robles, estudiante del máster en Formación de Profesorado en Enseñanza Secundari. Estos recursos, antes esenciales, estaban cubiertos de vegetación y en ruinas. Gracias a la Beca Ralbar, se han localizado, limpiado y señalizado, creando rutas para que habitantes y visitantes redescubran este valioso patrimonio natural.
Otro ejemplo es la documentación de un inventario de escarabajos del Valle de Reyero, realizado por la estudiante de Ciencias Biológicas y Ambientales, María Mallo. Su pérdida podría repercutir económicamente en el valle al deteriorarse la producción de pastos. Este proyecto, no solo evaluó la salud del agroecosistema, sino que además abre camino a futuras investigaciones en la Montaña Leones.
Además, Natalia Rodríguez ha desarrollado talleres educativos para niños en Val de San Lorenzo, mientras que Lucía Álvarez ha trabajado para dinamizar el Valle de Reyero con un enfoque en el turismo verde. Daniela Soto promueve la ciencia y la salud en Geras de Gordón, y Lucía Fernández ha documentado la historia intergeneracional de Cuadros. Otros proyectos incluyen la conservación de la biodiversidad en Las Médulas, impulsado por Raquel Vega, la recuperación de dialectos locales, liderado por Lucía García, la documentación de la etnobotánica en el alto Sil y Laciana, llevado a cabo por Gala Gancedo, el estudio de retablos históricos, por Laura Cuesta, y Julián Silván ha impulsado la creación de un Banco de Tierras en la cuenca del Torío.
“Me ha brindado la oportunidad de desarrollar un proyecto que no solo ha beneficiado a la comunidad, sino que también ha permitido la recuperación y puesta en valor de un patrimonio natural que estaba casi olvidado”.
Los estudiantes han valorado muy positivamente este programa, considerándolo una excelente oportunidad para mejorar su formación profesional y personal. Destacan la posibilidad de desarrollar habilidades clave en un entorno atractivo y el hecho de poder elaborar su propio proyecto, lo que les da libertad para enfocarse en sus intereses, haciendo el proceso mucho más motivador. Desde Fundación Banco Sabadell creemos que es clave dar visibilidad a los jóvenes para generar un impacto positivo en la sociedad, por ello seguiremos acompañando a este proyecto que fomenta su talento, creatividad y compromiso con el futuro, apoyándolos en su desarrollo personal y profesional.