El Colegio de Arquitectos de Catalunya (COAC) convoca la segunda edición del Premio Fundación Banco Sabadell a la Innovación con el objetivo de reconocer el esfuerzo de los profesionales, menores de 45 años, que utilizan su talento para conseguir la excelencia. Un reconocimiento que se enmarca dentro de la Muestra Internacional de Arquitectura Catalana donde se destaca y divulga el trabajo realizado por arquitectos que trabajan fuera del Estado.
‘Proyectos’ es la modalidad de este premio, recopilando trabajos que apuestan por soluciones inéditas e innovadoras que deberán ir acompañados del resultado de su investigación con reconocimientos públicos, ensayos o comprobaciones empíricas. El entorno será aquel donde la investigación de nuevas soluciones, propuestas, sistemas o procesos adquiere un papel relevante como es el caso de los concursos, la tecnología, la cooperación y la investigación a través, por ejemplo, de tesis doctorales, artículos…
Más información en las bases del premio: bases del premio
Proyectos premiados en la edición anterior
‘BIGO’, fue uno de los proyectos ganadores por su alto valor de innovación y de compromiso, por su diseño y eficiencia tecnológica. Diseñado por CODA, el equipo de estructuras ligeras del Lita, del grupo de investigación de la UPC. Su trabajo se centra en la creación y optimización de estructuras ligeras con el objetivo de reducir la huella ecológica en el diseño a través de la eficiencia tecnológica. Lo que demostraron era la facilidad de la construcción de una estructura ultra ligera de doble curvatura a partir de elementos muy sencillos y baratos.
‘Kamba Zaka’, fue el otro proyecto ganador de la I edición del Premio Fundación Banco Sabadell a la Innovación. Se trata de una actividad que tuvo lugar durante el curso de vacaciones que la asociación LAAFI organizó en el verano de 2011 en la ciudad de Koudougou para niños de entre 6 y 12 años a los que se les enseñaba pequeñas técnicas constructivas en tierra para iniciarlos en el proceso del proyecto arquitectónico. Esta idea suma la gran creatividad y la espontaneidad formal que tienen los niños, el trabajo con la previsión propia de un proyecto arquitectónico así como valorizar la construcción tradicional y los materiales autóctonos muy desprestigiados en favor de soluciones importadas.