
Vivencias en primera persona de nuestra Comunidad: Alejandra Queizán, responsable de patrocinio, mecenazgo y programa de Amigos del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, nos cuenta cómo se viven las actividades del proyecto LabThyssen.
“En el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza son las 12 de un sábado cualquiera. Un grupo de gente joven se congrega en el hall. Algunos se acercan al punto de información del Programa de Amigos y preguntan por la visita de Hugáceo.
En LabThyssen (así se llama el programa de Amigos jóvenes del museo), todo el mundo se llama por su nombre. Su grupo de WhatsApp empieza a recibir mensajes: Jorge dice: “Llego unos minutos tarde”; Gabriela contesta: “Voy un poco igual”. Cuando están todos (o casi todos), Nico, del equipo LabThyssen, teclea en el grupo: “Chicos, empezamos la visita! Si alguien llega más tarde que me escriba y le digo donde estamos”.
LabThyssen no es el típico intento de una institución cultural por parecer moderna, ni es una campaña de marketing con tipografía millennial. LabThyssen es un proyecto que parte de haber entendido algo fundamental: si quieres que los jóvenes vayan al museo, no basta con invitarlos; hay que sentarse a hablar con ellos y lo más importante: hay que escucharlos.
LabThyssen es, desde 2023, la comunidad de Amigos menores de 35 años del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. Y aunque parezca una etiqueta generacional más, lo que realmente importa es lo que ocurre una vez que entras en esta comunidad: en LabThyssen puedes proponer actividades, votar por las que más te interesan, acudir a encuentros con divulgadores, artistas, científicos, músicos, visitar circuitos de arte alternativos, sentarte con su director y mirar el museo desde ángulos que jamás te habrías planteado.
¿Y qué tiene esto de especial?, se podría preguntar alguien desde el escepticismo. Pues bastante. Para empezar, responde a una necesidad que muchas entidades culturales comparten: atraer al público joven sin infantilizarlo. LabThyssen ha optado por la vía más difícil (y también más duradera): confiar en la inteligencia de sus participantes y tratarlos como lo que son: ciudadanos críticos y curiosos.
Desde 2024, LabThyssen tiene el apoyo de Fundación Banco Sabadell, incubadora de proyectos sociales, científicos y culturales que confía en el buen hacer de los gestores que crean y llevan a cabo los proyectos que apoyan. Gracias a ellos, el programa ha abierto una puerta a toda su comunidad. Artistas como Carlota Perez de Castro o los integrantes de Celera y científicos, Almudena Cid y Guillermo Nevot, no se pierden ninguna de sus sesiones creativas. Estas sesiones se convocan en enero y en ellas todos los integrantes proponen las actividades que se irán realizando durante el resto del año. En 2024, de las sesenta y siete actividades exclusivas del Programa de Amigos, del que forman parte más de siete mil miembros, catorce fueron exclusivas para los Amigos jóvenes.
El panel de expertos de LabThyssen, formado por los anteriormente nombrados y por otras figuras diversas del mundo contemporáneo como Hugáceo Crujiente, artista drag, Sara Rubayo, historiadora del arte y divulgadora cultural, o Rocío Aguirre, fotógrafa, no sólo acompañan al programa y lo difunden para que llegue a jóvenes que a lo mejor no han pisado nunca un museo, sino que tienen la oportunidad de contarlo desde su propia experiencia. En las visitas “Otro Thyssen”, los temas que atraviesan las actividades tienen que ver con la vida, con el presente, con lo que importa ahora mismo: identidad, género, ciencia, migración, salud mental, cultura digital. Los expertos no tienen por qué ser historiadores del arte, ellos hablan de su relación con la colección permanente del museo y tiran de su experiencia en moda, ciencia o música para crear una conexión real.
“El resultado es que muchos jóvenes –sólo en 2024 se dobló la base de Labthyssen– desarrollan un sentido de pertenencia. Ir al museo deja de ser una visita esporádica y se convierte en un hábito, y en una especie de refugio donde parar y pensar.”
LabThyssen funciona como punto de encuentro entre personas que comparten una sensibilidad, una inquietud, unas ganas de entender el mundo a través del arte, pero también de cambiarlo.
Y como todo programa vivo, se adapta. Las actividades pueden variar o se pueden crear grupos satélites que nacen de esas amistades, como el club del libro, que ya tiene lugar periódicamente entre miembros del programa. LabThyssen no está encerrado en una fórmula; su fórmula es moverse.
Otro acierto es su tono. No intenta parecer joven: lo es. La comunicación, creada por personas de la generación Z es provocadora y fresca.
Termina la visita y los asistentes charlan animadamente con Hugáceo Crujiente, se cuentan anécdotas y se hacen preguntas; y Gabriela dice: “¿Qué? ¿Comemos?”. Y se ponen todos de acuerdo para ir a un lugar cercano en el que, según uno de ellos, tiran las mejores cañas de Madrid. Ninguno, en toda la visita, ha bostezado o ha hecho scroll en la pantalla de su móvil. Muchos sí han subido fotos y etiquetado al museo en Instagram. Lo hacen para contarlo, pero sobre todo para difundirlo. Son la generación que se ha criado con el lema: “Si no comunicas, no existes”. Pero es que, además, han mirado de verdad, han hablado y hecho amistades porque pueden abrirse y contar cómo se sienten, están en un espacio seguro en el que se pueden mostrar vulnerables y conectar entre ellos… Y eso, en estos tiempos, no es poca cosa.”


